miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Sueños?...... sueños son. Fotos y texto: SACASAS




Carrousel del Tibidabo. Barcelona




¿Sueños?...... sueños son

Nadie sabe con certeza cuál es la frontera donde la realidad deja de ser un sueño y se convierte en “eso” duro, frio y cortante contra lo que persistentemente nos estrellamos. Cuando niño y durante muchos años aparecía en mi vida onírica la imagen de un Carrusel colorido de dos niveles, lleno de niños y arrullado por un organillo. Con el paso del tiempo el sueño desapareció pero su recuerdo se mantuvo.
Cuarenta y ocho años después,  retornado a la tierra donde vi la luz por primera vez y que dejé a los tiernísimos cuatro, subía a pie un día nuboso de otoño la montaña del Tibidabo, espalda de Barcelona y en cuya cúspide, hay un parque de atracciones que data de los años 20. Cuál no sería mi sorpresa al llegar arriba y encontrarme de narices con el viejo carrusel soñado brillando  sus colores a pesar del gris otoñal.
No todos los sueños se sueñan dormidos, es caso corriente lo de soñar despiertos. Así fue lo de  la chica del cartel, estaba pegado en la puerta del baño en un apartamento que acababa de alquilar. No tenía idea de quién era ella. Hermosa mujer, desnuda, incitándome a callar desde su universo de papel,  con el dedo índice posado suavemente sobre sus labios. Nunca callé, mientras me duchaba, expresaba con sonoras voces toda la admiración causada por aquella belleza de celulosa  y tinta.  Cuál no sería mi sorpresa (me repito), cuando un día apareció en casa un conocido artista, pintor para más señas, acompañado de una mujer maravillosa que, al usar el baño, se reconoció  a si misma pegada a la vieja madera. Para mí esto transcendió la frontera de lo casual para entrar en la de  lo mágico, la mujer de papel se había convertido, por arte de Birlibirloque,en una de carne y hueso. Debo decir que tuvimos una relación corta pero intensa de la cual no ahondaré en detalles.
Sin ir más lejos, el día que subí al Tibidabo a disparar estas fotos (no son de la primera vez que reconocí el carrusel), iba por Plaza Catalunya hacía “Ferrocarriles” y  una joven de deslumbrante belleza que llamó mi atención me sobrepasó caminando con prisa,  poco después la perdí de vista pero ya abajo, en las vías  del tren, volví a verla fugazmente entrando en la cafetería. Abordé  el vagón, tomé el primer sitio que vi libre y,  al momento de sentarme pensé que el colmo de la casualidad sería, que llegara ella e hiciera lo propio en el asiento de al lado. Cuál no sería mi sorpresa (me re-repito)…………. de los seis coches llenos de sillas vacías escogió viajar en la contigua.  No se hagan ilusiones no pasó nada más  (habría cruzado la frontera de la casualidad para convertirse en magia) y en la estación de destino ya no coincidimos, bajé antes. No…no podía hablarle, llevaba audífonos de los que brotaba  el monótono golpeteo de la música electrónica. Además, lo más probable, ella nunca se enteró de que ya me había visto tres veces.
Si esperan fotos de las chicas va estar difícil. El Cartel se esfumó en el tiempo y a la del tren ni modo de retratarla, nos queda de consuelo el carrusel. Pero como tampoco estos artículos son para explicar las fotos les dejo algunas de la subida al Tibidabo y que se expliquen solas.



SACASAS




Estación del funicular, Vallvidrera. Catalunya.

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