viernes, 23 de septiembre de 2016

Caminando Catalunya: Reus. Fotos y texto: SACASAS.



Reus
Tarragona


Unos catorce kilómetros tierra adentro desde la ciudad de Tarragona y a través de un extraño paisaje de tubos retorcidos, usinas de gas, torres de refinado, grandes camiones cisterna, plantas para la elaboración de derivados, humos de diferentes tonos y densidades, todo de la industria petroquímica, se llega a la magnífica ciudad de Reus, casi tan grande como su vecina y capital. Llamada Redis en la edad media sobrevivió a la peste que se ensañó varias veces con la ciudad a lo largo de su historia y hasta el siglo XVII sufrió una demografía y economía de signo cambiante junto a la alicaída Tarragona. Ya en el siguiente siglo, el XVIII, fue cuando la ciudad creció en población y economía superando con creces a su vecina hasta bien entrado el s. XIX hasta el punto, de que las cotizaciones en bolsa del aguardiente se decidían  allí, dando origen al popular dicho: “Reus, París, Londres  i el carrere de Monterols” (“Reus, París, Londres y la calle Monterols”).







































  AL estar retirada de la primera línea de costa la ciudad se ha salvado de la invasión masiva de turistas que deforman a su vecina Tarragona, así la ciudad, plena de actividad en sus populosas calles mantiene su personalidad y solo su aeropuerto internacional sirve de puerta de entrada y  paso a los visitantes que llegan a la península, sobre todo a Catalunya.

El pintor Mariá Fortuny, el General Prim, el arquitecto modernista Antonio Gaudí (natural de Riudoms a cuatro kilometros de Reus) son algunos de los personajes interesantes que adornan esta tierra. Aunque mi estancia fue muy corta (había pasado primero por Tarragona) la ciudad causo una impresión positiva en mí y ya volveré con más calma.
Con el artículo, imágenes de Reus.

Sacasas



domingo, 11 de septiembre de 2016

Caminando Catalunya: Tarragona (Tarraco). Fotos y texto: SACASAS.






Tarragona (Tarraco)

 Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco










































En Hispania, literalmente, tierra de conejos en latín y en la provincia que los romanos llamarían Citerión construyeron estos, encima de un promontorio a manera de balcón sobre el Mediterráneo,  la espléndida ciudad de Tarraco, donde anteriormente hubo  asentamientos Íberos y pequeñas colonias comerciales griegas primero y luego fenicias. Tuvo como huésped al mismísimo Cesar Augusto. 





































 Hoy,  la ciudad forma parte  de Catalunya con el nombre de Tarragona y es capital de la provincia homónima, pero los restos de la antigua Tarraco conviven aún con la ciudad medieval y con la moderna, que se extiende alrededor del cerro; por esta época, agosto, hay turistas hasta en la sopa y ya que hablamos de sopa, logré encontrar un restaurante “El rincón andaluz”, si mal no recuerdo, donde se sirve comida verdadera y no esos preparados semi-industriales que se brindan a los modernos y despiporrados viajeros masivos. 


Una ciudad de topografía accidentada, calles que suben de nivel a nivel y se estrechan al final en la ciudad medieval coronada por la soberbia catedral gótica. A pesar de la estrechez de las calles en el laberinto medieval de cuando en cuando se abren espacios donde aparece el muy azul Mediterraneo  salpicado de cargueros en espera para entrar al puerto. Aunque estuve poco tiempo, porque quería conocer Reus del que hablaremos en una entrada próxima, aquí algunas improntas de la corta jornada.



SACASAS