sábado, 9 de noviembre de 2019

Riosucio (Caldas), niebla y otras historias. Fotos y texto: SACASAS.



Caminando Colombia

Riosucio (Caldas), niebla y otras historias.


Otra vez los curas, como en Jardín (post anterior), pero estos no huían de los radicales y eran dos, acompañados de sus respectivas feligresías fundaron, en abierta rivalidad y muy próximos entre sí,  corriendo el mes de agosto de 1819, dos poblaciones  de nombre Quiebralomos y La Montaña. Está rivalidad que duro un tiempo y llegó a incluir al mismísimo Diablo en su tira y afloje terminó zanjándose con la unión de los dos pueblos bajo el nuevo nombre de Riosucio, por eso su característica disposición de dos plazas con sus respectivas iglesias (San Sebastián y La Candelaria) ambas principales y a menos de 200mts una de otra.


El Diablo antiguo protagonista de las inquinas vecinales pasó a presidir las fiestas que cada dos años inundan la población y que por años se denominaron El Carnaval del Diablo de Riosucio pero que, con los aires puritanos que se respiran en este extraño siglo, terminó eliminándose el diablo de la denominación. Aprovecho para aclarar que todos los carnavales son del diablo, el término significa "fin de las carnes" (también carnestolendas) y se celebran tres días antes del miércoles de ceniza que es el comienzo de la penitencia (cuaresma, abstención de carnes) es decir: nos entregamos al pecado estos tres días y después, el que peca y reza empata. Dicho esto, el de Riosucio al ser en enero (como el de Pasto) no son carnavales en propiedad. "Fiestas del Diablo " propongo con perdón de los pacatos.



A diferencia de Jardín, tan organizadito él, Riosucio es mucho mayor y su crecimiento ha sido desordenado girando alrededor del café y de la carretera Cali- Medellín que aún la atraviesa por el pleno centro de la ciudad, esta ruta terminó perdiendo importacia al abrirse la variante por Chinchná sin embargo esto afectó poco pues su movimiento comercial es evidente y las calles están plenas de gente .                                                                                                                                Pasé la noche allí de paso hacia Cali y al amanecer la niebla vistió la ciudad de fantasmales visos que las cámaras digitales no acaban de percibir del todo. Era una atmósfera digna de la ciudad del Diablo.

SACASAS




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