viernes, 13 de marzo de 2015

Cuando la noche cae. Texto e imágenes: SACASAS






Cuando la noche cae


Cuando la noche cae salen los fantasmas a relucir reptando por las sombras y se cuelan en la mente. La prostituta se despierta y comienza a acicalarse para su larga y fría jornada, semidesnuda en El Raval. El vendedor de cervezas, sin duda pakistaní, recita su interminable “ceveza beer, amigo” al lado de la prostituta, travestis y ladrones. Un deseo de aventurarse en las sombras que inundan la calle o que se han colado en algún bar, agita a la multitud dispersa en parejas o pequeños grupos. El solitario, también sale a medir calles o a ingerir alcohol en algún rincón. Toda la razón del día desaparece en la sinrazón de la noche, se difumina y da existencia a los espantos y otras formas mágicas.







 Los susurros de la luz y los sonidos cobran otra dimensión, el misterio siempre latente en cada sombra, a cada paso del incauto caminante se insinua como mujer ardiente. El erotismo, de castigado se tornó en rey de la noche, de prohibido, buscó el seguro escondite de la oscuridad. Los buenos amantes salen de noche, de día duermen en medio de sueños obscenos y olor a vino avinagrado. Lo que es cierto a la luz del día es dudoso a la luz de la nocturnidad, vestida de dama. Los poetas cantan sus odas deseperadas, inconexas, demenciales a la escas luz de las velas y cometen el sacrilegio de la poesía sin que apenas alguien los vea, pero sí se escuchan sus voces tímidas emergiendo de rincones sordidos, bares sucios, protíbulos baratos o la soledad de un parque a esas horas aciagas. Cuando la noche cae, suben los telones del cabaret de la vida.
SACASAS








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