viernes, 6 de junio de 2014

Textos viejos (78) I y Laberinto. Letras e imagen: SACASAS

Las dos imágenes, Parque del Laberinto. Barcelona.


 Inicio con esta entrada una serie donde iré poniendo algunos escritos perdidos en el tiempo y que milagrosamente sobrevivieron y mantienen vigencia a pesar de los años. Está era una Bogotá donde aún no llegaba el sol  y este, un día en que no tenía nada que escribir:





Textos  de 1978 – 79.


  


   Seguir arrojando letras inconexas sobre el papel. ¿Para qué?…..No importa.
Quizá para que se acabe la tinta del plumígrafo desechable o que la mente escupa todo su devenir inútil o, que un día, la gloria te arrolle y suplante tu presencia en el planeta, desechable también.
  De todas maneras no importa lo que digas –importa lo que sientas-. Escribir es como hablar, un crucigrama sin solución final. Porque el papel blanco no subsiste y hay que embadurnarlo para que no perturbe, para que no se nos cuele en las entrañas, en los sueños dulces, en los amores imposibles y en las ilusiones absurdas. Así como el alma el papel no debe permanecer blanco, hay que embadurnarlo. Ensuciarse en la civilización blanca, destruir tu pureza racista, tu santidad mentirosa, tu corazón, lleno de pecados albos.
  Es prístino el negro por abandonado, el azul por abundante, el rojo por sangre y el “verde que te quiero verde”.  El blanco no merece la exaltación de que ha sido efecto y es incapaz de afecto.

Sept 1978- (Una fría mañana en Bogotá)


 Serie de escritos, con cierto desespero mal disimulado, recién llegado a Bogotá, enorme en aquel entonces para un insignificante provinciano.

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