martes, 10 de junio de 2014

La “Hipermodernidad” e imágenes sueltas. Texto y fotos:SACASAS




Hipermodernidad


Se me apareció esta palabra por los caminos del Facebook y se me ocurrió hacer una disertación al respecto de ésta y otras palabras aparentemente sinónimos pero que si miramos un poco más allá ya no parecen  coincidir tanto en su semántica. Son, además de la del título: Moderno, Moda, Contemporáneo, Progreso.
 Supongo que lo de “hipermodernidad” viene  de la necesidad de identificar un período “más moderno” que el del precedente siglo, dejando atrás la “posmodernidad” ( a su vez acuñada a partir de la supuesta superación de la “modernidad”) .
 Para empezar diremos que no todo lo que está de moda es moderno, aunque las dos palabras tengan la misma raíz. Por ejemplo los  “Piercing”, tatuajes, ampliaciones, dilataciones, escarificaciones, etc. Están muy de moda pero nadie discutirá que no son nada modernos y por el contrario son tan antiguos que su origen se remonta a los comienzo de la humanidad. Pues bien, hay muchas circunstancias del presente que sin ser ancestrales no puede atribuírseles el mote de “modernas” y mucho menos “hipermodernas”; intentaré aquí enumerar algunas.


                                           
 El cacareado sistema económico mundial, llamado neo-liberal o globalización (no analizaremos aquí su eficiencia o idoneidad) es un modelo calcado del que imperó a fines del S XIX y principios del XX sólo que extendido a todo el planeta, poco más de una centuria,  no es ancestral como un “piercing” pero de ninguna manera moderno. Las “Cruzadas” que se viven en el mundo desde la caída de las torres gemelas y donde la mayoría de las guerras de occidente son contra países islámicos – la que se lucha contra el “terrorismo” es sobretodo el islámico-  tienen más de un milenio de antigüedad (o habría que decir de “modernidad”).
 El “pensamiento mágico” que no solo está de moda (conspiranóicos, reptilianos, Nueva Era, cristianismo e islamismo fundamentalistas, astrólogos, medicinas alternativas, pensamiento emocional, etc.) llega a las esferas más altas del poder. Teocracias en Israel, Irán, EEUU (Tea Party, “In God we trust”) de donde se hacen frecuentes alusiones a Dios y lo sagrado. Las cruzadas ya mencionadas, el avance del puritanismo que condena la sexualidad al pecado, el crecimiento (insospechado a mediados del SXX) de las religiones  monoteístas y sus innumerables sectas son todos ejemplos de esta nada moderna, estaremos de acuerdo, forma de pensamiento. Haciendo una pequeña abstracción podríamos afirmar que (tan de moda también) cambiar la “realidad” por la “percepción” no solo es pensamiento mágico si no una magnífica herramienta para justificarlo. Agréguese a todo esto el desprestigio del conocimiento y la cultura, por el auge del cuerpo, el deporte y la diversión, si bien válidos poco sesudos. Como se ve no tengo ni que mencionar lo poco moderna que es esta forma de “intelecto” que va invadiendo los rincones de la “hipermodernidad”.



  Valga esta última frase para abrir el tema de la ‘pre-ilustración’, hemos ido abandonando los ideales y derroteros que el siglo de las luces (XVIII) había demarcado al comienzo de la llamada edad moderna. El pueblo por encima de los estados, los derechos humanos inalienables, el derecho a tener un juicio antes de ser condenado, la libre determinación de los pueblos y los estados, la libertad como objetivo de la democracia, el derecho a salario y prestaciones justas de los trabajadores, el estado para el pueblo y no viceversa, la búsqueda del conocimiento per se como meta, no condicionado por necesidades tecnológicas, ideológicas o de mercado. Tanto que me es dado llamar a esta época el “Despotismo iletrado”, vista la condición intelectual de los que gobiernan el planeta y de la empresa privada que a la postre es quien marca el rumbo incierto que llevamos.
  Y llegamos al tema de la tecnología, la que mejor parece demostrar nuestra condición de “hipermodernos” con sus avances espectaculares, indiscutibles y evidentes. Sin embargo no todo  avanza tanto como se pretende, la conquista del espacio que sacudió al mundo en la segunda mitad del  sXX y que nos suponía ya en otros planetas incluso antes de finalizar el siglo, se fue desmigajando lentamente hasta que hoy, los grandes ganadores de la carrera espacial son incapaces de poner gente en órbita, no digamos ya llegar a la Luna (los chinos se han iniciado en la astronáutica pero por ahora repiten lo que ya se hizo en el siglo pasado). Bajemos un poco de las alturas y analicemos la aeronáutica, el Concorde pieza maravillosa de la historia de la aviación se abandonó después de haber tenido tan sólo un accidente, sigue siendo el avión de pasajeros más rápido jamás construido y el más eficiente en el cometido de su misión. Y es aquí en esta última frase donde está, probablemente, una de las razones que nos hacen no tan modernos. Antes se decía que una empresa era eficiente porque sus productos o servicios eran de gran calidad, ahora el termino se refiere a la viabilidad económica de dicha empresa sin atender o haciéndolo de forma secundaria, al producto. Así, hoy tenemos aviones de pasajeros más rentables económicamente  pero no más modernos. En cuanto a los aviones de combate también se podría decir que el F 22 es más moderno que el F 36, de una generación posterior, el primero se deja de construir por ser demasiado caro (el segundo tiene problemas actualmente para entrar en pleno servicio). Y yendo más abajo aún, la comida desarrollada para durar mucho tiempo en las estanterías,  para que absorba más agua y ganar peso, es toda eficiencia ecónomica  y es claro que no tienen las condiciones de sabor y textura, que se han perdido en el transcurso de esa “evolución” donde no se ve cuál es el avance para el consumidor.



  Algunas conclusiones de todo este rollo podrían ser por ejemplo:
‘Si quieres ser moderno, permanece un tanto antiguo’.
‘Estar de moda puede ser muy anticuado’.
De seguro que me he quedado corto en el tema porque tiene mucha tela que cortar.
Y para finalizar aventurar una generalización, hay siglos tontos y siglos inteligentes. El XVIII y el XX fueron inteligentes, el XIX fue tonto y este (el XXI) en lo que va de corrido parece seguir el mismo estulto camino.





 Imágenes: Barcelona y "las Planas"

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