Txema Bofill,
Llegó a Barcelona apenas balbuceando el Castellano y un joven de familia tradicional y acomodada llegó a enamorarse de tal manera de La Libertad, así con mayúsculas, que se convirtió en la razón central de su existencia. Así, se dedicó a conjugar el verbo liberar en toda su amplitud lanzándose a la aventura tanto personal como política, de la búsqueda de Eleuthera (libertad para los griegos) y no cejó en su empeño hasta que la Parca corto el hilo de su existencia. Recorrió los asfaltados caminos de Francia y Suecia para luego, bajo el domo verde de las selvas de la Orinoquia, entre Venezuela y Colombia recorrer sus caminos enfangados antes de ser testigo, también, de la Nicaragua de los sandinistas recién encumbrados al poder después de años de sangre, sudor y lágrimas. Retornó a la Península Ibérica, primero a Barcelona y hace pocos años cerró el círculo volviendo a La Bisbal de sus padres donde la tierra volvió a la tierra.