jueves, 1 de mayo de 2014

De brujas y muertos . Fotos y texto: SACASAS


 

De brujas y muertos







Quiero aprovechar este titular tan interesante y luctuoso, por lo demás misterioso e inevitable, tanto la muerte como las brujas, “que las hay, las hay”, para intentar un ejercicio literario al vuelo.
 La Parca impía inescrutable como la nada, espejo donde nos miramos todos al final (o no), como las brujas manejando las fuerzas que nadie conoce ni sabe siquiera si existen, brumas, oscuridad, cementerios. Cementerios a donde van los muertos y también las brujas a obtener sus emplastos, ciudades del silencio, laberinto de nombres anónimos donde se respira la terrible soledad de los dioses.
 Nadie los menciona, nadie los visita  en estos países del viejo continente,  aterrados ante la idea de la desaparición y reacios a aceptar que,  la miseria humana se da en las mejores familias, incluso en las de ellos. Mejor aceptada en el tercer mundo, la muerte, la calata, llega a ser motivo de fiesta o visitas al camposanto en una explosión de flores y multitudes.                                                               
 “Morir es nacer al revés” dijo alguien y nadie recuerda que antes de nacer habíamos estado muertos por millones y millones de años que pasaron en un santiamén hasta el día en que nacimos o que empezamos a saber que habíamos nacido y comenzó a preocuparnos  la posibilidad de volver a morir durante un número parecido de años o más. Entonces inventamos, suponemos, creemos que otras vidas son posibles para sentirnos más tranquilos al respecto, pero peor aún,  ahora nos preocupa el pecado y la posibilidad de “vivir” eternamente en el infierno, o se nos llena la vida de fantasmas aterradores, aparecidos, zombies  y son las brujas, entonces, quienes  mejor lidian con estos ectoplasmas (hay brujos también pero no tienen gracia), conjuros, ungüentos, bebedizos y no solo eso, también el engaño, la seducción, el enredo, sirven para “facer y desfacer entuertos”. Montar y desmontar matrimonios. Curar y enfermar pacientes, según convenga. Llamar a la lluvia, la tempestad y el trueno. O atraer la sequía más pavorosa. O menos dramáticamente, te leerán la fortuna  y hasta te harán el amor.
 Así los muertos, no mueren del todo. Partes de ellos se quedan engarzadas entre nosotros y el mundo conserva sus huellas por mucho tiempo. Y no solo recuerdos, hay obras, rasguños, olores que no se pueden llevar a su oscuro no lugar, por no ahondar en las almas en pena, que escondidas en viejos castillos o semiderruidas casonas, buscan encontrar su perdida tranquilidad atemorizando a inocentes creyentes. Como las brujas, los muertos gozan de superpoderes y se les puede invocar para mejorar (o empeorar) el clima, para asuntos del amor, del perdón de los pecados, de la intercesión ante esferas celestiales superiores y muchos cometidos más. Por todo lo anterior y mucho más, e independientemente se crea o no en brujas y muertos, la vida no tendría sentido sin ellos.

SACASAS


 

Imágenes: Cementerio de Mataró y escaparate hechizado. Catalunya

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