Anarchy
Tuve la oportunidad de participar en esta obra teatral
manejando uno de los cañones con los que
bañábamos en luz a la actriz del monólogo siguiéndola fielmente en sus
desplazamientos por el espacio escénico. La obra es una declaración de
principios políticos, históricos y biográficos. Llena de ritmo visual, y como veremos más adelante, sonoro,
narra sin seguir un orden académico y
plena de una gesticulación, lenguaje corporal y textual, expresivos, los
acontecimientos -único caso en la historia- del frustrado intento de llevar a
cabo una revolución anarquista en Cataluña durante el período de la Guerra
Civil.
La
cosa no se queda ahí si no que encuentra un hilo conductor con el movimiento
punk pos franquista, como expresión de ese anarquismo que la “Transición”
olvidó y pretende olvidar y que la protagonista vivió en carne propia. Llegada
de la Yugoeslavia de Tito a estas martirizadas tierras donde los rescoldos de
la guerra, a pesar del tiempo, aún humeaban, recorrió los escenarios que se
abrían por doquier en ese “renacimiento cultural” y ahora nos lo demuestra en
una síntesis actoral que ya así vale la pena presenciar.
Pero
es que además hay otra cosa sui generis que enriquece aún más la obra
llenándola de colores sonoros, de ritmos impredecibles, de acordes
innombrables, de silencios profundos incluso y que cada noche se torna en una
sinfonía (cacofonía si prefieren) irrepetible. La razón de toda esta estridencia, ora rechinante, ora
dulce para el oído, es que en cada butaca correspondiente al público hay una
guitarra eléctrica con su respectivo amplificador y debidamente afinada.
Así cada
asistente queda armado con su instrumento y lo hace sonar de acuerdo a lo que
se interpreta en el escenario, digo de acuerdo por decir algo porque no hay
ninguno, sin embargo hay una vena de sentido artístico y estético en cada uno
de los seres humanos que permite que el desmadre no sea total y que la cosa
tenga algo de coherencia. Tal vez es una manera de demostrar que la anarquía es
posible, tema en el que no entraremos aquí porque el Blog elude tomar partido
pero eso no le impide comentar una pieza teatral que vale independientemente de
la ideología que tengan los espectadores o los críticos. Sí tiene oportunidad
de asistir a alguna de sus funciones, hágalo, no perderá el tiempo.
Solo nos
queda mencionar el nombre de la compañía
y de la actriz que crearon y producen este espectáculo singular. Que son Societat Doctor Alonso y sobre las tablas,
Semolina Tomic. La sala donde participé, como ya dije, llevando el cañon, es la
muy conocida para este blog del Antic Teatre en Barcelona. Acompaño con unas
imágenes robadas en los momentos en que el reflector estaba fijo, pues no podía
hacerlo mientras había acción y faltan ejemplos de la magnífica gesticulación
expresiva de la protagonista. Como supongo que se volverá a poner en escena
esté atento.
SACASAS