Los muertos
están solos, no hay nadie visitándolos, en los países “desarrollados” los camposantos no tienen casi visitantes, la
muerte no es muy bien vista, de hecho ese día no había ninguno. Descansan, los
finados, llenando con su silencio los apeñuscados rincones de la necrópolis
donde no parece haber espacio para muchos más y como no tiene cadáveres famosos de los llamados “inmortales”,
que en otros cementerios impiden la ausencia total de los vivos, futuros muertos
todos estos, el de Les Corts está condenado
a su silencio no obstante estar rodeado de una ruidosa ciudad, como hay
pocas.
El estilo
modernista, alegremente adornado, pleno de transparencias, donde la luz se requiebra
en colores de “vivo” brillo a través de las acristaladas ventanas de capilla y
panteones, edificios levantados en ladrillo de coqueto rosa que, sin ser
impertinente, anima el mundo de lo inanimado.
Sacasas