Fukushima (Parte 1)
Este es un tema que hace rato he querido tratar en el blog, pero para no abundar más en el mar de información, desinformación o silencio que ha rodeado este lamentable acontecimiento, lo que haré aquí será intentar separar la paja del grano y dentro de lo posible, tratándose de algo tan grave, hacerlo de la manera menos angustiante. Antes de eso, un ‘recorderis’ sobre el proyecto nuclear que se planteaba en los albores de esta tecnología y los cambios que lo han llevado a la situación actual. El rollo iba más o menos así: Las centrales nucleares de uranio enriquecido se aprovecharían mientras se desarrollaba la tecnología de reactores rápidos a base de plutonio, que debían producir más combustible del que consumirían, estas a su vez y en corto tiempo (suponían), serían reemplazadas por los reactores termonucleares que proporcionarían una energía limpia sin residuos tóxicos. Estos sobrantes altamente radiactivos eran el principal problema de los dos sistemas de fisión nuclear (la termonuclear es de fusión) y se suponía (erradamente) que se adecuarían lugares para depositar estos residuos que, además, dejarían de producirse una ve desarrollada la mencionada tecnología de fusión. Pero las cosas no resultaron tan fáciles, primero los depósitos para el combustible gastado y otros residuos radiactivos no se hicieron o han tardado mucho en hacerse, como consecuencia las piscinas de almacenaje situadas en lo alto de los reactores, no pudieron extraer su peligrosa carga y comenzaron a saturase. Se idearon entonces, sistemas para poder guardar más cantidad de combustible gastado en las susodichas, aislándolo con boro para poder poner las unidades más cerca unas de otras.Entre tanto los esperados reactores rápidos de plutonio, no salían de la fase experimental y presentaban graves problemas con el refrigerante, sodio líquido que se inflama al contacto con el agua y se congela a 100 grados (aprox) de temperatura dentro de los conductos siendo muy difícil volverlo a licuar. Hoy no hay uno solo de estos reactores que produzca energía comercial y la mayoría de los experimentales están en fase de desmantelamiento.
La energía termonuclear, que sería la verdadera panacea y que en aquellos optimistas tiempos se pensaba estaría disponible antes del 2000, no ha podido, tampoco, desarrollarse y todas las esperanzas descansan en el I.T.E.R. (International Thermonuclear Experimental Reactor) que se construye actualmente en Cadarache, Francia y que se espera, optimistas como siempre, que esté plenamente operativo en el 2023. Contagiados de tanto optimismo podremos suponer que la llegada de esta energía a la casa de Pedro Perez será a fines de este siglo. Dado todo esto y la necesidad desproporcionada de energía por parte de nuestra civilización se decidió continuar con los reactores de U enriquecido que, si bien mejorados en cada generación no dejan de ser “vieja escuela”. Mencionaré también la tecnología MOX (presente en uno de los reactores de Fukushima) que se podría llamar mixta, de uranio y plutonio, que está en fase de prueba arrastrando igual que las otras la rémora de los residuos. Dejamos pues el planeta salpicado de estas ‘pecas’ que mantienen piscinas, cada vez más, llenas de varillas de combustible usado y en la próxima abordaremos directamente el tema del titular.
(Continuará)
SACASAS
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